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No somos Hippies, somos Happies.

Proyecto San Antonio, La Calera, Colombia

Desviadores Positivos: Julián López y Ana María Tovar

"Si vengo de otro planeta y aterrizo acá, ¿qué es lo que más me sorprendería de los seres humanos? Supongo que dependería de donde aterrice."


Ana María Tovar, junto con su compañero Julián López, conoce muy bien los contrastes entre diferentes formas de vida. A pesar de que son autoproclamadas (y orgullosas) 'ratas de laboratorio' de su propio Proyecto San Antonio, una iniciativa nacida de su deseo de vivir en abundante armonía con la Madre Naturaleza, ambos están familiarizados con las formas de vida urbana. De hecho, es en parte su familiaridad con ella, lo que los estimuló a abandonar los centros urbanos y buscar una vida más cerca a la tierra.


Hace un poco más de 5 años hicieron esta transición llena de propósito, buscando una libertad que viene con la alineación de los valores personales con la vida de que se lleva. Esa libertad se ha materializado en el Proyecto San Antonio, un laboratorio de arte y diseño ubicado en el campo a una hora de la capital colombiana, Bogotá.



Ana y Julián viven felices en un Dodge remodelado tipo autobús de la década de los 70s. En realidad, han transformado este símbolo de la industria que consume mucha gasolina en un ejemplo idílico de su propia dedicación a un estilo de vida sostenible con bricolaje.


En estos 20 metros cuadrados han instalado paneles de madera completos, una cama y otras comodidades de un hogar, además pueden cargar dispositivos electrónicos a través de la energía proporcionada por los paneles solares que instalaron en el techo. Para sus necesidades de agua, construyeron un sistema de captación de agua lluvia conectado al autobús que es capaz de almacenar hasta 1,000 litros de agua.


"Nuestros sistemas no se basan tanto en el dinero, sino en el petróleo. Todo se basa en algo que es finito. Nosotros pensamos... ¡Hagamos algo diferente! Construyamos algo diferente ".

Afuera, han creado un mini paraíso que les proporciona lo que necesitan para vivir y prosperar. Un jardín, una pequeña área de cocina, un baño seco (usan lo que queda para compost) y otras genialidades ecológicas.


Sus creaciones no son solo una forma de vivir, son una forma de vida. Es una desviación positiva de las normas vigentes de nuestros sistemas actuales. Ana reflexiona sobre esto: "Nuestros sistemas no se basan tanto en el dinero, sino en el petróleo. Todo se basa en algo que es finito. Nosotros pensamos... ¡Hagamos algo diferente! Construyamos algo diferente."


En su movimiento hacia un mundo más bucólico, han manifestado su visión de un estilo de vida bucólico en el que la libertad significa vivir sus sueños y enseñarles a otros que no necesitamos depender de las historias que nos han contado sobre cómo vivir. De hecho, afirman que puede ser más saludable y más beneficioso aprender a vivir de forma más independiente, de la tierra y con la tierra. No solo para uno mismo, sino para el beneficio de las generaciones venideras.



"Regresen a la tierra. La conexión con la naturaleza es esencial para cualquier ser humano. Nos han vendido un modelo en el que creemos que solo podemos vivir y existir en la ciudad, en una dinámica socio-económica del consumismo. Busquen una vida simple, solo con las cosas necesarias ".

Con este sentimiento generacional en mente, Ana y Julián ofrecen estancias de trabajo y talleres para promover el aprendizaje de la permacultura, la vida regenerativa, el arte y mucho más. Julián, en un autobús remodelado diferente tiene un salón de tatuajes que funciona gracias a otro conjunto de paneles solares. Recientemente comenzaron un programa de Artistas-en-Residencia con el fin de explorar cómo podrían usar su espacio como catalizador de cultura y empoderamiento artístico.


Julián describe su viaje hasta el momento: "Una idea de que nos han vendido es que fuera de los centros urbanos no hay nada. Vinimos aquí hace algunos años y hemos llegado a conocer una gran variedad de personas y proyectos poderosos. Son jóvenes como nosotros de la ciudad, de diferentes áreas de experiencia, desarrollando sus propias iniciativas, trabajando en comunidad, pensando globalmente y actuando localmente".


Ha sido un proceso determinado de aprendizaje para esta par de agentes de cambio. No llegaron a este lugar con toda la experiencia necesaria para transformarlo en el contenedor autosuficiente que es ahora. Lo que sí tenían era una visión clara y, a partir de ahí, la motivación para aprender y aplicar esos aprendizajes para hacer realidad esta visión.


¿Y qué nos dirían a personas con una visión determinada para cambiar el mundo? Julián dice e invita: "Regresen a la tierra. La conexión con la naturaleza es esencial para cualquier ser humano. Nos han vendido un modelo en el que creemos que solo podemos vivir y existir en la ciudad, en una dinámica socio-económica del consumismo. Busquen una vida simple, solo con las cosas necesarias ".


Su llamado a otros resuena porque lo han hecho ellos mismos.  Ellos llevan a la acción toda la filosofía que los mueve y continúan encontrando la liberación abrazando la capacidad humana de ser independientes. Y realmente libres.


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